¿Cómo estamos y hacia dónde vamos?

Escribe: Dr. Roberto Carmona, economista investigador de la UNaM (*) 

 

Es un momento histórico del país, ciertamente, por el clima económico que atravesamos, pero esto nos obliga  a preguntarnos ¿en qué situación nos encontramos?. En principio, y tratando de no abrumar con datos y demás, la primera respuesta que podemos suministrar es que estamos endeudados.

Y claro, escribir esta conclusión es como decir que ¡se descubrió la pólvora! Pero no se indica en la idea de haber descubierto algo nuevo sino justamente con la impronta de ratificar y entender justamente que de este ítem, y de cómo el gobierno entrante resuelva esta variable, dependerá el encontrar la clave que abrirá las puertas para el crecimiento del país.

 







“Estamos mal,¡¡pero no tan mal!!”

La administración que cerró su ciclo deja a la Argentina con una deuda de U$S 310.000 millones de dólares declarados por el Ex Ministro de Hacienda, Hernán Lacunza. Pero además también con un índice de pobreza de más de un 40 %.

Esto debiera horrorizar a nuestra sociedad, en un país donde se produce alimentos, en donde toda la población debería tener para cubrir sus necesidades básicas. De 10 argentinos, 4 son pobres. ¿Qué representa esto?: que no tienen para comer, y si lo tienen no es en forma adecuada con los requerimientos calóricos diarios necesarios;  que no tienen casa, no tienen como vestirse o mandar a sus hijos a la escuela, no tienen o no avizoran futuro alguno.

La inflación, otro dato económico al cual hay que hacerle el seguimiento, no quiere ser menos a la hora de darnos malas noticias, expone para el periodo noviembre un número de 4,3 % según el INDEC . Y cómo si todo este contexto no fuera poco, nos dicen que la inflación del año que cierra va a ser la más alta de los últimos 18 años. La estimación para el 2019 es que concluirá en un 54,6 % según el Relevamiento de las Expectativas de Mercado (REM), con una caída del PIB del 2,8 % a valores contantes. Traducido, estamos diciendo que el país por tercer año consecutivo vuelve a achicarse.

Dan cuenta de esto, en el campo de las actividades productivas y el empleo, 200 mil personas perdieron el trabajo en la industria. ZANELLA un símbolo de la industria nacional cerrando sus puertas y rematando todo. La producción de autos acumula una caída del 32,7% de la actividad durante el 2019. La construcción, durante el año bajó a 25 mil puestos de trabajo menos.

En el campo en el que nos desempeñamos, la Educación, redujo su presupuesto en un 35 %, obviamente, todas las demás variables macroeconómicas están en sintonía.

Este sería la situación en la que estamos, pero tratemos de ver los dientes blancos en el animal muerto, ¿qué bueno puede haber en este contexto?

Hay algunos datos que nos permiten ser optimistas y decir que si la nueva administración toma las medidas adecuadas, pueden empezar a aparecer las buenas noticias para el país.

Uno de esos datos es el tipo de cambio que se presenta, que si comparamos con el pasado,  se puede trazar un paralelismo con la cotización que existía en el país en el año 2007. ¿Qué significa esto? que las sucesivas devaluaciones que se vivieron recientemente, provocaron que nuestra moneda perdiera valor respecto al dólar lo que causa que nuestros productos sean más competitivos en el exterior,  lo que indica que en lo inmediato no sería necesario una nueva devaluación por parte del nuevo gobierno. Y ahora se agrega, el impuesto adicional a las transacciones con el exterior.

Justamente, esto provocó que nuestras exportaciones sean mayores a las importaciones. Pero ojo, nada de ilusionarse, no porque hayamos producido y vendido más, sino porque habiendo vendido menos dejamos de comprar (hubo una baja sensible en las importaciones). Es así que surge un excedente de exportaciones respecto a las importaciones, llamado superávit, de U$s 15 mil millones para este año. Primer dato halagüeño.

Vamos por otro, la inflación y al respecto la decisión política expuesta por el actual ministro de Economía, Martin Guzmán, yendo en contra posición a lo que muchos marcaban, que expone “si tenemos mucho déficit deberíamos recurrir a la emisión monetaria y eso sería desestabilizante para los equilibrios macro”. En ese entonces, hace apenas un par de días del transcurso del 10 de diciembre, no se sabía de donde provendrían los recursos para dejar de emitir. Ahora, con el diario del lunes como habitualmente se expone y hace a la realidad, visualizamos que surge de la reinstalación y la ampliación de impuestos.

Esto serviría para garantizar que otro de los datos que se presentaban como no tan negativos siguiera esa senda. El déficit fiscal, con estas medidas no se escaparía de las proyecciones del 0,5 % deficitario. Que es justamente hacia donde debe tender otra de las políticas de equilibrio, concretar el tan renombrado superávit primario.

El significado de tener un superávit primario, da cuenta de que con ello el estado dice que todos sus gastos los cubre con su recaudación, sin recurrir para eso a nuevos endeudamientos, y es ahí donde volvemos a nuestra primera gran referencia, la deuda.

Y a esta última es a quien la nueva administración debe atacar como uno de los principales factores, si es capaz de conseguir un buen acuerdo en la renegociación de la deuda, dará previsibilidad. Y esto de por sí sería capaz de concretar que US$ 15 mil millones retornen al sistema financiero, que fue el caudal de retiros realizados del sistema bancario argentino por el temor que infunde la incautación de los depósitos en forma coactiva.

Más, la reactivación del consumo por medio del incremento de jubilaciones mínimas y reintegro del IVA, más las tarjetas sociales, entre las medidas anunciadas a fines de diciembre de 2019. Que permitiría un paulatino incremento del consumo tendiendo a la reactivación mediante la utilización de la capacidad ociosa en todas las actividades.

La medida de doble indemnización para despidos sin justa causa, la no aplicación de esta norma a aquellos que toman nuevo personal e incluso se habla de incentivos que no se han conocido al momento. Esto como medidas para el incentivo a la promoción de empleo,

Sumado, la sujeción de futuros incrementos inflacionarios por la eliminación de las actualizaciones de los servicios. A esto restaría ver el accionar de los organismos de control de precios ante la potencialidad de trasmitir la diferencia de cotización dólar oficial versus dólar blue que lógicamente con el incremento por el tributo a bienes del exterior se va a ver alterado.

Y la Ley de Emergencia para remitir al Congreso Nacional para su tratamiento y aprobación.

Todo esto y más debería formar parte de un plan integral de gobierno, que debería contener el proyecto reestructurado del proyecto de presupuesto que aún no se aprobó y medidas tributarias que permitan el incentivo de las actividades que el Estado considera prioritario para el crecimiento del país.

Esto, a la fecha –diciembre de 2019- no se ha presentado, pero estimamos las políticas aplicadas en primera instancia van en sentido de atacar lo urgente para luego continuar con lo importante. Y lo urgente son esos 16 millones de Argentinos que no cubren sus necesidades básicas.

 

 

(*) Contador Público. Magister en Gestión Pública.  Doctorando en Administración (Tesis en curso). Docente Investigador de la Universidad Nacional de Misiones (FCE – UNaM)

 

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