Raúl Karabén: «La meta principal de nuestra yerba es la calidad»

La modernización del secadero, molino y depósitos, además de otras instalaciones, fue realizada por Piporé tras la meta de la calidad. Han atravesado una exigencia mayor, al ser líderes en exportación, debido a los controles  internacionales sobre la calidad de los alimentos. Por eso están un paso adelante
en muchos aspectos.

“Trabajamos con una meta y un eje principal: la calidad. Porque cuando se pierde ese norte, se olvida que la calidad es lo que nos va a mantener en el tiempo”, dijo Raúl Enrique Karaben, el presidente del consejo directivo de la Cooperativa de
Productores de Yerba Mate de Santo Pipó.

Tan minucioso es el control, que un laboratorio dirigido por la ingeniera química Gabriela Lezcano, extrae muestras de todo el proceso y las analiza. Hasta los chips que se queman para procesar 200.000 kilos de hoja verde por día, son
seleccionados en las tres líneas de zapecado de 3.500 kilos de capacidad cada una.

El objetivo fijado por Piporé se refleja en usar chips que no emitan elementos que podrían contaminar la hoja. Lo explicó el gerente de producción, Christian Domínguez, durante una recorrida por la planta de Santo Pipó. “Se trata de la emisión de ciertos aromáticos policíclicos que -por ejemplo el benzopireno y la antraquinona- cuyos niveles no deben superar ciertos niveles en el mercado internacional”, explicaron en el área técnica.

Aunque no se ha probado que sean dañinos para la salud, es una tranquilidad que sean controlados en los paquetes de la yerba Piporé. Se aplican las normas del código alimentario y se aplican los estándares exigidos para alimentos. Por
ejemplo, la planchada donde se vuelca la hoja verde fue ampliada y modificada, para evitar que las ruedas de los camiones pisen la yerba en la descarga.

¿Cuál es la meta que se han impuesto?
El norte esencial es muy sencillo: todos los días tenemos que hacer un mejor producto. Desde quien trabaja en la chacra, pasando por el secadero, hasta el envasado. Son 57 socios, no solo de Santo Pipó, sino también de Hipólito Yrigoyen,
General Urquiza, Polana, Jardín América, Corpus, Roca y hasta Eldorado, entre otros. La cooperativa es el motor de la zona, porque además de los socios están los que trabajan directa e indirectamente para ella.







¿Han mejorado las instalaciones?
En los dos últimos años venimos invirtiendo mucho, más las previstas para 2018 y 2019. No pensamos parar sino crecer mucho más. Invertimos en el secadero, una cámara de presecado, nuevos depósitos y galpones, nuevas envasadoras que son muy caras. El mate soluble es un proyecto pendiente. Tenemos el producto, el proyecto es muy interesante, faltaría el packaging y la salida al mercado.

¿Cómo se preparan para el verano?
Entre las novedades, está la envasadora de muestras. Clave para que la gente pruebe la calidad del producto.
Y a fin de año pasado lanzamos un producto que es el único en el mercado y que todavía no nos han copiado: el “tereré listo”, al que solo hay que echar agua fría, porque ya está saborizado con limón, menta y edulcorante. Es sano, saludable al no tener azúcar, fresco por la menta y el sabor del limón. También es muy económico, porque no es necesario comprar el jugo.

Usted dijo “no sólo hacemos yerba”, ¿qué significa?
También contribuimos en lo social. Es una tarea silenciosa que hace la cooperativa en dos áreas fundamentales de lo social. Becas a hijos de socios, empleados y la comunidad, con la única condición del rendimiento académico. Y
también apoyamos a 19 escuelas de Santo Pipó, Urquiza, Yrigoyen, Polana, Corpus, entre otros municipios. Se les provee mate cocido, la leche, el azúcar y la galleta a diario.
Es un ancla muy importante para la educación.

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